Hoy en clase de atención a las necesidades específicas educativas, hemos hecho mención al siguiente síndrome, pero ¿qué es en realidad?
Y aún le sobraba
espacio en su cabeza para recordar, por ejemplo, todos los códigos postales de Estados
Unidos. Su excepcional memoria, que sirvió de inspiración para la película Rain Man, la provocaba el llamado síndrome de savant o síndrome del sabio, un trastorno que
paradójicamente también le incapacitaba para valerse por sí mismo en tareas tan
simples como abrocharse un botón.
El británico Stephen
Wiltshire también tiene síndrome de savant, aunque su genialidad se manifiesta
de forma diferente.
Este artista, más
conocido como "la cámara humana", es capaz de dibujar una ciudad
completa como Roma a escala y con todo lujo de detalles, sin cometer ningún
fallo, después de visitarla una sola vez en helicóptero en un vuelo de 45
minutos.
¿Pero cómo logran desarrollar memorias tan prodigiosas? El estudio de los cerebros de los savants mediante técnicas de neuroimagen ha revelado que la mayoría de los que sufren el síndrome tienen alteraciones en el hemisferio izquierdo de su cerebro. Por eso gran parte de ellos son también autistas.
¿Pero cómo logran desarrollar memorias tan prodigiosas? El estudio de los cerebros de los savants mediante técnicas de neuroimagen ha revelado que la mayoría de los que sufren el síndrome tienen alteraciones en el hemisferio izquierdo de su cerebro. Por eso gran parte de ellos son también autistas.
Para Darold Treffert,
autor del libro Gente extraordinaria:
entendiendo el síndrome savant, una posible explicación de su genialidad es que
cuando el hemisferio izquierdo no funciona bien, el derecho lo compensa
desarrollando nuevas habilidades, posiblemente reclutando tejido neuronal que
en condiciones normales se destina a otras funciones.
Otra posibilidad, dice
Treffert, es que la lesión en el hemisferio
izquierdo destape habilidades que habían estado latentes debido a lo que se conoce como la
"tiranía del cerebro izquierdo dominante". Los psicólogos
Allan Snyder y John Mitchell van más allá y aseguran que "todos llevamos
un savant dentro".
Nuestro cerebro,
afirman, reúne todos los datos que nos llegan, los procesa y suprime la
información accesoria para crear una única idea, que es la que se hace
consciente. En el cerebro de los savants la
información no se "edita", y el resultado es similar a "ver las
imágenes con mucho detalle, como los píxeles individuales en una
fotografía", explica Snyder. En otras palabras, los savants no tendrían
más poder mental que nosotros, sino todo lo contrario.
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