La música puede ayudar a establecer lazos entre el feto y el mundo exterior
Hablar en
voz alta, susurrar, acariciar la tripita, poner música... Establecer lazos entre el bebé y el mundo exterior
cuando aún está en el interior del vientre materno es un gesto sencillo,
especialmente a partir de la semana 16 de gestación, cuando el pequeño ya reacciona a los estímulos sonoros, aunque no los comprenda.
El tono de una voz
calmada o de nuestra sinfonía musical favorita ejercen de este modo el mismo efecto en bebés que
entre niños y mayores: relajan, ayudan a mejorar el ánimo y proporcionan un
estado de bienestar similar al de otros métodos de relajación, categoría en la
que entrarían por ejemplo los ejercicios de respiración o el yoga prenatal.
En este sentido, y
a pesar de la creencia popular, los beneficios de escuchar música durante el
embarazo no afectan a la inteligencia, la creatividad o desarrollo del
niño, aunque sí sirve como un poderoso catalizador de emociones, estimulando la
frecuencia cardíaca del feto y actuando como 'sintonizador' entre los latidos
de la mamá, las voces y sonidos del exterior o su respiración.
De hecho, y por
este motivo, es fundamental que la música ejerza el mismo efecto relajante
sobre la mamá que sobre el pequeño: no se trata tanto de seleccionar melodías clásicas o
diseñadas para padres 'a la espera', sino de disfrutar de piezas que nos hagan
sentir a gusto, ajustándose a nuestra preferencia personal. Eso sí: cuida
siempre de que el volumen no sea excesivamente elevado (se cree
que el líquido amniótico podría,
de hecho, actuar como 'amplificador' de algunas frecuencias sonoras), y procura
no elegir composiciones con demasiadas notas discordantes.
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