Cuando Bram Stoker (1847-1912) publicó Drácula (1897) en Londres las buenas críticas tardaron en llegar. Muchos no sabían qué pensar de la
extravagante historia: algunas de las publicaciones captaron al instante la
grandeza de la novela, otras la tachaban de “empalagosa” o “demasiado extraña”.
Hubo incluso quien acusó a Stoker de no ser el autor: la calidad literaria de Drácula era muy superior a la de sus
trabajos anteriores.
El personaje del Conde Drácula era una herencia de la literatura de vampiros del
romanticismo tardío que, al igual que Frankestein o el moderno Prometeo de la escritora inglesa Mary Shelley, exploraban la anomalía, el destierro del diferente, el terror hacia lo que no
conocemos.
El vampiro (1819) del inglés John William Pollidory fue una de las narraciones de
vampiros de mayor éxito anteriores aDrácula y la primera en presentar al personaje demoniaco como un caballero y no como una bestia chupasangre. Carmilla (1872), el cuento del irlandés Joseph Sheridan Le Fanu, fue seguramente la
historia de más éxito, protagonizada por una mujer vampiro que, dominada por el
espíritu de un ancestro, intenta poseer a una joven.
Detalle de un grabado de 1499 que muestra a Vlad Tepes
con sus víctimas
Stoker también se basó en hechos
históricos para configurar a su famoso conde. De la historia del noble Vlad Tepes (1431-1476), héroe transilvano que se enfrentó a la
invasión turca de Rumanía, se quedó con la leyenda de su carácter sanguinario
(apoyada por testimonios escritos y grabados) que dice que Tepes empalaba a los turcos y bebió sangre de los
invasores.
Se cumplen 100 años de la muerte de Bram Stoker, el autor de la novela de la que
nació el Conde Drácula. El personaje del que más adaptaciones se han hecho tras
Sherlock Holmes se somete desde su nacimiento a las versiones y a las
actualizaciones más radicales. El teatro y el cine lo capturaron y no piensan
soltarlo, pero él parece encantado de transformarse según las modas, los gustos
personales y las fobias de quienes lo han llevado de la literatura al teatro y
al cine. No piensa morir.
Fuente: blog20minutos
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